Los bebés prefieren los individuos que obtienen sus objetivos de manera eficiente
Según un estudio que demuestra cómo los seres humanos, ya desde pequeños, elegimos de quien preferimos aprender y con quien preferimos interactuar. Marc Colomer, Jesús Bas y Nuria Sebastián Gallés, investigadores del Centro de Cognición y Cerebro, son los autores de este trabajo que han publicado en el Journal of Experimental Child Psychology.
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Image by Stephanie Pratt from Pixabay
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Desde que nacemos, las personas adquirimos información y aprendemos a través de la interacción con otras personas; es por eso que es tan importante ser capaces de identificar los individuos más idóneos con quien interactuar. Para interactuar con los demás, es importante entender y predecir sus acciones. Se sabe que alrededor de los 6 meses los bebés ya entienden que las acciones se hacen para conseguir determinados objetivos, es decir, cuando alguien hace una acción lo hace para conseguir algo.
"Por ejemplo, si los bebés ven que una persona alarga el brazo hasta coger un vaso de agua, procesan el movimiento en relación al objetivo coger el vaso. Una vez han identificado el objetivo que motiva la acción, esperan que la persona actúe eficientemente para obtenerlo. Por ejemplo, si el vaso de agua está a dos metros de la persona, una acción racional sería levantarse de la silla, caminar un par de metros y finalmente alargar el brazo para coger el vaso. Si, en cambio, el vaso está a un palmo, la acción racional sería alargar directamente el brazo. Desde pequeños, los bebés ya se sorprenden si ven a alguien que realiza más acciones de las que toca, o pone más esfuerzo del que necesita", explica Marc Colomer, primer autor de un estudio publicado en la edición avanzada en línea del Journal of Experimental Child Psychology del 6 de marzo.
En base a esta idea, se ha propuesto que uno de los pilares básicos sobre el que se construye la cognición social es el principio de racionalidad: bajo el presupuesto de que los individuos intentan actuar de manera eficiente para lograr un objetivo, podemos determinar el objetivo que motiva sus acciones.
Este estudio, llevado a cabo por Marc Colomer con Jesús Bas y Núria Sebastián Gallés, investigadores del Centro de Cognición y Cerebro (CBC) del Departamento de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (DTIC) de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), ha mostrado que, ya a los 15 meses, los bebés tienen en cuenta la eficiencia de las acciones de los demás con el fin de identificar quién es racional y quién no lo es.
"Nosotros, quisimos estudiar si la eficiencia de las acciones de los demás influencia las preferencias de los bebés. Nuestra hipótesis inicial era que el principio de racionalidad no sólo permitiría a los bebés predecir y entender las acciones de los demás, sino que también les permitiría identificar qué individuos actúan de manera racional y cuáles no y, por tanto, con quien tiene más sentido interactuar", explican Colomer y Bas, coautores del trabajo y doctorandos del grupo de investigación en Adquisición y Percepción del Habla, grupo que dirige Núria Sebastián Gallés.
Como explican os autores en su trabajo: "para responder a nuestra pregunta, diseñamos un estudio en el que participaron niños y niñas entre 14 y 15 meses. Los bebés vieron un vídeo con tres muñecos: uno amarillo, uno azul, uno de rojo. Primero, uno de los muñecos (p. ej. el amarillo) observaba como los otros dos muñecos (p. ej. el azul y el rojo) saltaban una valla para coger una pelota. A continuación, el mismo muñeco amarillo interactuaba con los otros dos muñecos por separado. Luego, en la valla se abría una puerta por donde se podía llegar más fácilmente al balón. En este nuevo escenario, uno de los muñecos pasaba en línea recta a través de la puerta para coger el balón (muñeco eficiente), mientras que el otro continuaba saltando la valla (muñeco ineficiente). Al final, a los bebés se les presentaba el test: el muñeco azul y el rojo iban a buscar al muñeco amarillo y este último tenía que decidir si interactuaba con quien había pasado a través de la puerta (Test eficiente), o bien con el que había saltado la valla, haciendo una ruta más larga de lo necesario (Test ineficiente)".
"Para saber si los bebés esperaban que el muñeco amarillo prefiere interactuar con el muñeco eficiente o ineficiente, utilizamos el paradigma Violación de la Expectación", explican los autores. Este paradigma se basa en el hecho de que los bebés miran más rato la pantalla cuando se les presenta un estímulo que no esperan y que, por tanto, les cuesta más tiempo a procesar. Todos los bebés vieron el Test eficiente y el Test ineficiente y nosotros medimos el tiempo que pasaban mirando en la pantalla después de cada test. Los resultados mostraron que en general todos miraban significativamente más tiempo el Test Ineficiente que el Eficiente. Es decir, se sorprendían cuando el muñeco amarillo interactuaba con el muñeco ineficiente en vez del eficiente".
Los bebés participantes preferían mirar al muñeco eficiente
"Además, medimos las preferencias visuales de los bebés cuando el muñeco azul y el rojo iban a buscar a la vez al muñeco amarillo. Esta información la adquirimos mediante Eye-tracker, una cámara que registra el comportamiento visual de los participantes. Con estos datos, encontramos que los participantes preferían mirar al muñeco eficiente", explica Jesús Bas, coautor del estudio.
Estos resultados muestran que ya a los 15 meses los bebés tienen en cuenta la eficiencia de las acciones de los demás con el fin de identificar quién es racional y quién no. Esta información la utilizan para predecir la preferencia de los demás e, incluso, modifica la atención que los mismos bebés ponen hacia los demás. Este enlace entre el principio de racionalidad y la preferencia social puede tener una gran relevancia en el momento de empezar a navegar por el mundo de manera selectiva desde pequeños, escogiendo de quien preferimos aprender y con quien preferimos interactuar.
"Por ejemplo, si los bebés ven que una persona alarga el brazo hasta coger un vaso de agua, procesan el movimiento en relación al objetivo coger el vaso. Una vez han identificado el objetivo que motiva la acción, esperan que la persona actúe eficientemente para obtenerlo. Por ejemplo, si el vaso de agua está a dos metros de la persona, una acción racional sería levantarse de la silla, caminar un par de metros y finalmente alargar el brazo para coger el vaso. Si, en cambio, el vaso está a un palmo, la acción racional sería alargar directamente el brazo. Desde pequeños, los bebés ya se sorprenden si ven a alguien que realiza más acciones de las que toca, o pone más esfuerzo del que necesita", explica Marc Colomer, primer autor de un estudio publicado en la edición avanzada en línea del Journal of Experimental Child Psychology del 6 de marzo.
En base a esta idea, se ha propuesto que uno de los pilares básicos sobre el que se construye la cognición social es el principio de racionalidad: bajo el presupuesto de que los individuos intentan actuar de manera eficiente para lograr un objetivo, podemos determinar el objetivo que motiva sus acciones.
Este estudio, llevado a cabo por Marc Colomer con Jesús Bas y Núria Sebastián Gallés, investigadores del Centro de Cognición y Cerebro (CBC) del Departamento de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (DTIC) de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), ha mostrado que, ya a los 15 meses, los bebés tienen en cuenta la eficiencia de las acciones de los demás con el fin de identificar quién es racional y quién no lo es.
"Nosotros, quisimos estudiar si la eficiencia de las acciones de los demás influencia las preferencias de los bebés. Nuestra hipótesis inicial era que el principio de racionalidad no sólo permitiría a los bebés predecir y entender las acciones de los demás, sino que también les permitiría identificar qué individuos actúan de manera racional y cuáles no y, por tanto, con quien tiene más sentido interactuar", explican Colomer y Bas, coautores del trabajo y doctorandos del grupo de investigación en Adquisición y Percepción del Habla, grupo que dirige Núria Sebastián Gallés.
Como explican os autores en su trabajo: "para responder a nuestra pregunta, diseñamos un estudio en el que participaron niños y niñas entre 14 y 15 meses. Los bebés vieron un vídeo con tres muñecos: uno amarillo, uno azul, uno de rojo. Primero, uno de los muñecos (p. ej. el amarillo) observaba como los otros dos muñecos (p. ej. el azul y el rojo) saltaban una valla para coger una pelota. A continuación, el mismo muñeco amarillo interactuaba con los otros dos muñecos por separado. Luego, en la valla se abría una puerta por donde se podía llegar más fácilmente al balón. En este nuevo escenario, uno de los muñecos pasaba en línea recta a través de la puerta para coger el balón (muñeco eficiente), mientras que el otro continuaba saltando la valla (muñeco ineficiente). Al final, a los bebés se les presentaba el test: el muñeco azul y el rojo iban a buscar al muñeco amarillo y este último tenía que decidir si interactuaba con quien había pasado a través de la puerta (Test eficiente), o bien con el que había saltado la valla, haciendo una ruta más larga de lo necesario (Test ineficiente)".
"Para saber si los bebés esperaban que el muñeco amarillo prefiere interactuar con el muñeco eficiente o ineficiente, utilizamos el paradigma Violación de la Expectación", explican los autores. Este paradigma se basa en el hecho de que los bebés miran más rato la pantalla cuando se les presenta un estímulo que no esperan y que, por tanto, les cuesta más tiempo a procesar. Todos los bebés vieron el Test eficiente y el Test ineficiente y nosotros medimos el tiempo que pasaban mirando en la pantalla después de cada test. Los resultados mostraron que en general todos miraban significativamente más tiempo el Test Ineficiente que el Eficiente. Es decir, se sorprendían cuando el muñeco amarillo interactuaba con el muñeco ineficiente en vez del eficiente".
Los bebés participantes preferían mirar al muñeco eficiente
"Además, medimos las preferencias visuales de los bebés cuando el muñeco azul y el rojo iban a buscar a la vez al muñeco amarillo. Esta información la adquirimos mediante Eye-tracker, una cámara que registra el comportamiento visual de los participantes. Con estos datos, encontramos que los participantes preferían mirar al muñeco eficiente", explica Jesús Bas, coautor del estudio.
Estos resultados muestran que ya a los 15 meses los bebés tienen en cuenta la eficiencia de las acciones de los demás con el fin de identificar quién es racional y quién no. Esta información la utilizan para predecir la preferencia de los demás e, incluso, modifica la atención que los mismos bebés ponen hacia los demás. Este enlace entre el principio de racionalidad y la preferencia social puede tener una gran relevancia en el momento de empezar a navegar por el mundo de manera selectiva desde pequeños, escogiendo de quien preferimos aprender y con quien preferimos interactuar.
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Trabajo de referencia | Marc Colomer, Jesús Bas y Núria Sebastián Gallés (2020), "Efficiency as a principle for social preferences in infancy", Journal of Experimental Child Psychology, edición avanzada en línea, 6 de marzo, https://doi.org/10.1016/j.jecp.2020.104823
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FUENTE | Universitat Pompeu Fabra | UPF
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• ETIQUETAS • Psicología • Comunicación • Sociedad •
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