Algas marinas, buenas para la salud y para combatir el cambio climático
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Mientras en Asia el cultivo de algas obedece a un sistema tradicional de producción, en occidente el sector está creciendo numéricamente en base a pequeñas y medianas empresas biotecnológicas. Esta mayor atención que está recibiendo la alguicultura en Europa y América del Norte, está permitiendo el desarrollo de una nueva bioeconomía respetuosa con el clima y el medio ambiente.
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Image by Elias Sch. from Pixabay
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La producción de algas en el mundo ronda los 32,4 millones de toneladas, de las cuales las algas marinas son el 97,1 por ciento de este total. Son una excelente fuente de ácidos grasos, vitaminas y minerales y sus usos potenciales van más allá, abarcando campos como la medicina, la cosmética, el tratamiento de aguas, la industria alimentaria y los biocombustibles. Sin embargo, y como se verá más adelante, salvo el destino al consumo humano directo y la industria alimentaria, los demás son campos en desarrollo.
A pesar de que en el periodo 2000-2008 el volumen de algas se ha triplicado, en los últimos años se ha producido un crecimiento relativamente bajo debido, principalmente, al lento crecimiento de la producción de especies de algas marinas tropicales (Kappaphycus alvarezii y Euchema spp) y a la reducción de la producción en Asia sudoriental, mientras que la producción de algas marinas de especies de aguas templadas y frías ha seguido aumentando.
Las principales algas según las estadísticas de la FAO son: Laminaria del Japón (Laminaria japonica) 11 448,3 millones t, Algas marinas no específicadas (Eucheuma spp) 9 237,5 millones t, Gracilarias (Galilaria spp) 3 454,8 millones t, Wakame (Undaria pinnatifida) 2 320,4 millones t, Luche (Porphyra spp) 2 017,8 millones de t, kapppaphycus alvarezii 1 597,3 millones de t, Algas pardas (Phaeophyceae) 891,5 millones t, Laver nori (Phorphyra tenera) 855 millones de t y Sargassum fusiforme 268,7 millones de t, como más destacadas.
Mientras en Asia el cultivo de algas obedece a un sistema tradicional de producción, en occidente el sector está creciendo numéricamente en base a pequeñas y medianas empresas biotecnológicas. Esta mayor atención que está recibiendo la alguicultura en Europa y América del Norte, está permitiendo el desarrollo de una nueva bioeconomía respetuosa con el clima y el medio ambiente.
Además, se trata de un tipo de cultivo de bajo impacto y que permite aumentar la infauna bentónica al atraer a numerosas especies de peces y otras especies de algas marinas. Bien gestionada la alguicultura permitiría no solo la producción de alimentos que podría ser la base de una industria alguícola generadora de puestos de trabajo especializado en el futuro, si no, también, para aumentar la biodiversidad en zonas con alta degradación ambiental. Sin embargo, el fin primero que podría tener la expansión del cultivo de las algas es el de actuar como sumidero de carbono, en lo que se ha llegado a llamar carbono azul.
Algas como posible solución al cambio climático
Las algas pueden jugar un papel muy importante en la lucha contra el cambio climático ya que estas pueden absorber las emisiones de dióxido de carbono y regenerar los ecosistemas marinos.
Durante mucho tiempo los investigadores han mirado hacia las masas forestales terrestre como posible solución a la batalla que tendremos que librar contra el cambio climático. A diferencia de estas plantaciones, las algas las aventajan en términos de productividad y, en el caso de las algas marinas, las ventajas van más allá ya que no requieren de agua dulce ni fertilizantes para su producción.
Por si esto no fueran suficientes motivos para mirar hacia estos vegetales acuáticos como solución, la gran ventaja de los cultivos algales está en que estas no compiten por las demandas de tierra frente a los bosques cuyas plantaciones reducen las tierras de labor.
De forma más específica, como se ha visto en diversos estudios, las algas incorporadas al alimento del ganado permiten luchar contra los gases de efecto invernadero. Es el caso del alga Asparogopsis taxiformis, un alga roja que permite reducir el metano producido por las flatulencias de las vacas en un 99 por ciento.
Pero, el cultivo de las algas no puede tener como único objetivo el cultivo para mitigar los efectos del cambio climático para la absorción de dióxido de carbono, a la producción hay que darle una posible salida, de otra forma toda esa biomasa quedaría en los océanos volviéndose a degradar en forma de carbono inorgánico.
Las algas necesitan ser cosechadas y destinadas a consumo humano directo e indirecto a través de aplicaciones farmacéuticas, cosmecéuticas o industriales.
Las algas para la alimentación del mundo
Las algas destacan nutricionalmente por su alto contenido en proteínas, minerales, vitaminas, fibra dietética, ácidos grasos y polisacáridos. Comparadas con las plantas terrestres, las algas poseen mayores contenidos de ácidos grasos esenciales del tipo Omega 3 como el ácido eicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA) que hoy representan una de las principales deficiencia nutricionales tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo.
Como principales micronutrientes encontramos también el hierro, el calcio, el yodo, el potasio y el selenio.
Las principales especies para consumo humano directo son la Undaria pinnatifida, Porphyra spp. y Caulerpa spp., producidas en Asia oriental y suroriental y que son utilizadas, entre otras aplicaciones, para envolver el sushi o, en el caso de la laminaria de Japón, como aperitivo.
En Indonesia, unos de los principales productores de algas del mundo con 11 millones de toneladas, las principales especies explotadas pertenecen al género Chondrus, algas rojas que se utilizan como materia prima para la extracción de carragenina, un aditivo alimentario usado en embutidos, margarinas, frituras, panes, espesantes e, incluso, para fórmulas alimenticias para bebés.
En Irlanda tradicionalmente y por mas de 600 años se viene empleando la especie Chondrus crispus, conocido como musgo irlandés, con altas concentraciones de carragenano, para la elaboración de postres lácteos.
Las algas también pueden usarse como sustituto de la sal y sus propiedades sensoriales y saludables sirven para enriquecer pastas, carnes y pescados.
Las algas en cosmecéutica y farmacéutica
Las moléculas bioactivas de las algas se usan en la elaboración de fórmulas de uso común en cosmecéutica y farmacéutica. Un ejemplo es la Saccharina latissima cuyo extracto es utilizado en cosmética por sus propiedades anti envejecimiento.
Desde un punto de vista bioactivo destacan los carotenoides y polifenoles de las algas por su alto poder antioxidante. De los pigmentos más importantes está la fucoxantina, un carotenoide que está disponible en diferentes especies de algas pardas y que posee alta capacidad antioxidante, anticancerígena, antiinflamatoria, antiobesidad, neuroprotector, fotoprotector y preventivo de la osteoporosis.
Mientras que, en medicina, se pueden usar también para tratar carencia de yodo y como vermífugo.
Algas para la acuicultura
En los últimos años se vienen explorando vías para incluir las algas en alimentos para peces y crustáceos con objeto de contrarrestar los problemas derivados de usar ingredientes terrestres como sustitutos de la harina y aceite de pescado.
Algunas especies de algas son utilizadas también para la alimentación de la floreciente acuicultura de la oreja de mar.
Las especies más utilizadas como aditivos de acuicultura son las procedentes al género Ulva. La más conocida es la lechuga de mar (Ulva lactuca), un alga verde que crece en la zona intermareal en la mayoría de los océanos del mundo.
Otra especie que se ha usado con buenos resultados en dietas experimentales de peces marinos es la Ulva onhoi. En este sentido destacan los estudios realizados en el lenguado senegalés (Solea senegalensis), la dorada (Sparus aurata), la corvina (Dicentrarchus labrax) y la corvina (Argyrosomus regius), entre otros.
Entre las muchas propiedades encontradas está la capacidad de las algas para reducir el estrés de las especies confinadas. En este sentido, se han realizado varios estudios con peces marinos y con salmónidos con buenos resultados y, más específicamente, un experimento realizado con trucha arcoíris (Onchorrynchus mykiss), alimentada con una pequeña proporción en la dieta den alga kelp de azúcar sirvió para demostrar cómo se pueden mejorar los lípidos y el estrés oxidativo en los filetes de este pescado.
El cultivo de algas acoplado a sistemas de cultivos de peces también permite la biorremediación de las aguas al aprovechar las heces para alimentarse o los restos de pienso no utilizado por los peces. Es lo que se conoce como cultivo multitrófico integrado, el cual se viene estudiando de manera profunda en Europa.
Las algas en la industria
A través del cultivo de algas podemos abordar la fabricación de nuevos materiales renovables y sostenibles, contribuyendo la transición petroquímica a la química ecológica.
Las especies con mayores aplicaciones serían la Glacilaria vermiculophylla y Alaria esculenta. De estas especies se puede obtener tanto ulvano como alginato, materia prima para la producción de bioplásticos, así como fermentos para usarse en la industria alimentaria.
La materia prima obtenida del cultivo de algas tendría también como ventaja sobre otros bioplásticos obtenidos del maíz, trigo, remolacha azucarera y caña de azúcar, que no compiten por recursos alimentarios de consumo humano directo, no harían uso de agua de riego en su cultivo, ni ocupación de tierra para agricultura.
Aunque en la última década se han venido publicando muchos trabajos a favor del uso de las algas, se trata de un conocimiento todavía con pocas aplicaciones y muy desconocido en la cultura occidental.
Otra opción es la de cultivar algas con altos contenidos lipídicos y azúcares transformables para la producción de biodiesel, un camino que, a pesar de no ser totalmente sostenible, permitiría reducir el empleo de combustibles fósiles.
Aunque como se ha visto a lo largo del artículo las algas permiten multitud de usos, todavía falta una mayor implicación por parte de los gobiernos que deben abrir su mente y buscar nuevas formas de fomentar el cultivo y las aplicaciones de estas algas.
A pesar de que en el periodo 2000-2008 el volumen de algas se ha triplicado, en los últimos años se ha producido un crecimiento relativamente bajo debido, principalmente, al lento crecimiento de la producción de especies de algas marinas tropicales (Kappaphycus alvarezii y Euchema spp) y a la reducción de la producción en Asia sudoriental, mientras que la producción de algas marinas de especies de aguas templadas y frías ha seguido aumentando.
Las principales algas según las estadísticas de la FAO son: Laminaria del Japón (Laminaria japonica) 11 448,3 millones t, Algas marinas no específicadas (Eucheuma spp) 9 237,5 millones t, Gracilarias (Galilaria spp) 3 454,8 millones t, Wakame (Undaria pinnatifida) 2 320,4 millones t, Luche (Porphyra spp) 2 017,8 millones de t, kapppaphycus alvarezii 1 597,3 millones de t, Algas pardas (Phaeophyceae) 891,5 millones t, Laver nori (Phorphyra tenera) 855 millones de t y Sargassum fusiforme 268,7 millones de t, como más destacadas.
Mientras en Asia el cultivo de algas obedece a un sistema tradicional de producción, en occidente el sector está creciendo numéricamente en base a pequeñas y medianas empresas biotecnológicas. Esta mayor atención que está recibiendo la alguicultura en Europa y América del Norte, está permitiendo el desarrollo de una nueva bioeconomía respetuosa con el clima y el medio ambiente.
Además, se trata de un tipo de cultivo de bajo impacto y que permite aumentar la infauna bentónica al atraer a numerosas especies de peces y otras especies de algas marinas. Bien gestionada la alguicultura permitiría no solo la producción de alimentos que podría ser la base de una industria alguícola generadora de puestos de trabajo especializado en el futuro, si no, también, para aumentar la biodiversidad en zonas con alta degradación ambiental. Sin embargo, el fin primero que podría tener la expansión del cultivo de las algas es el de actuar como sumidero de carbono, en lo que se ha llegado a llamar carbono azul.
Algas como posible solución al cambio climático
Las algas pueden jugar un papel muy importante en la lucha contra el cambio climático ya que estas pueden absorber las emisiones de dióxido de carbono y regenerar los ecosistemas marinos.
Durante mucho tiempo los investigadores han mirado hacia las masas forestales terrestre como posible solución a la batalla que tendremos que librar contra el cambio climático. A diferencia de estas plantaciones, las algas las aventajan en términos de productividad y, en el caso de las algas marinas, las ventajas van más allá ya que no requieren de agua dulce ni fertilizantes para su producción.
Por si esto no fueran suficientes motivos para mirar hacia estos vegetales acuáticos como solución, la gran ventaja de los cultivos algales está en que estas no compiten por las demandas de tierra frente a los bosques cuyas plantaciones reducen las tierras de labor.
De forma más específica, como se ha visto en diversos estudios, las algas incorporadas al alimento del ganado permiten luchar contra los gases de efecto invernadero. Es el caso del alga Asparogopsis taxiformis, un alga roja que permite reducir el metano producido por las flatulencias de las vacas en un 99 por ciento.
Pero, el cultivo de las algas no puede tener como único objetivo el cultivo para mitigar los efectos del cambio climático para la absorción de dióxido de carbono, a la producción hay que darle una posible salida, de otra forma toda esa biomasa quedaría en los océanos volviéndose a degradar en forma de carbono inorgánico.
Las algas necesitan ser cosechadas y destinadas a consumo humano directo e indirecto a través de aplicaciones farmacéuticas, cosmecéuticas o industriales.
Las algas para la alimentación del mundo
Las algas destacan nutricionalmente por su alto contenido en proteínas, minerales, vitaminas, fibra dietética, ácidos grasos y polisacáridos. Comparadas con las plantas terrestres, las algas poseen mayores contenidos de ácidos grasos esenciales del tipo Omega 3 como el ácido eicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA) que hoy representan una de las principales deficiencia nutricionales tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo.
Como principales micronutrientes encontramos también el hierro, el calcio, el yodo, el potasio y el selenio.
Las principales especies para consumo humano directo son la Undaria pinnatifida, Porphyra spp. y Caulerpa spp., producidas en Asia oriental y suroriental y que son utilizadas, entre otras aplicaciones, para envolver el sushi o, en el caso de la laminaria de Japón, como aperitivo.
En Indonesia, unos de los principales productores de algas del mundo con 11 millones de toneladas, las principales especies explotadas pertenecen al género Chondrus, algas rojas que se utilizan como materia prima para la extracción de carragenina, un aditivo alimentario usado en embutidos, margarinas, frituras, panes, espesantes e, incluso, para fórmulas alimenticias para bebés.
En Irlanda tradicionalmente y por mas de 600 años se viene empleando la especie Chondrus crispus, conocido como musgo irlandés, con altas concentraciones de carragenano, para la elaboración de postres lácteos.
Las algas también pueden usarse como sustituto de la sal y sus propiedades sensoriales y saludables sirven para enriquecer pastas, carnes y pescados.
Las algas en cosmecéutica y farmacéutica
Las moléculas bioactivas de las algas se usan en la elaboración de fórmulas de uso común en cosmecéutica y farmacéutica. Un ejemplo es la Saccharina latissima cuyo extracto es utilizado en cosmética por sus propiedades anti envejecimiento.
Desde un punto de vista bioactivo destacan los carotenoides y polifenoles de las algas por su alto poder antioxidante. De los pigmentos más importantes está la fucoxantina, un carotenoide que está disponible en diferentes especies de algas pardas y que posee alta capacidad antioxidante, anticancerígena, antiinflamatoria, antiobesidad, neuroprotector, fotoprotector y preventivo de la osteoporosis.
Mientras que, en medicina, se pueden usar también para tratar carencia de yodo y como vermífugo.
Algas para la acuicultura
En los últimos años se vienen explorando vías para incluir las algas en alimentos para peces y crustáceos con objeto de contrarrestar los problemas derivados de usar ingredientes terrestres como sustitutos de la harina y aceite de pescado.
Algunas especies de algas son utilizadas también para la alimentación de la floreciente acuicultura de la oreja de mar.
Las especies más utilizadas como aditivos de acuicultura son las procedentes al género Ulva. La más conocida es la lechuga de mar (Ulva lactuca), un alga verde que crece en la zona intermareal en la mayoría de los océanos del mundo.
Otra especie que se ha usado con buenos resultados en dietas experimentales de peces marinos es la Ulva onhoi. En este sentido destacan los estudios realizados en el lenguado senegalés (Solea senegalensis), la dorada (Sparus aurata), la corvina (Dicentrarchus labrax) y la corvina (Argyrosomus regius), entre otros.
Entre las muchas propiedades encontradas está la capacidad de las algas para reducir el estrés de las especies confinadas. En este sentido, se han realizado varios estudios con peces marinos y con salmónidos con buenos resultados y, más específicamente, un experimento realizado con trucha arcoíris (Onchorrynchus mykiss), alimentada con una pequeña proporción en la dieta den alga kelp de azúcar sirvió para demostrar cómo se pueden mejorar los lípidos y el estrés oxidativo en los filetes de este pescado.
El cultivo de algas acoplado a sistemas de cultivos de peces también permite la biorremediación de las aguas al aprovechar las heces para alimentarse o los restos de pienso no utilizado por los peces. Es lo que se conoce como cultivo multitrófico integrado, el cual se viene estudiando de manera profunda en Europa.
Las algas en la industria
A través del cultivo de algas podemos abordar la fabricación de nuevos materiales renovables y sostenibles, contribuyendo la transición petroquímica a la química ecológica.
Las especies con mayores aplicaciones serían la Glacilaria vermiculophylla y Alaria esculenta. De estas especies se puede obtener tanto ulvano como alginato, materia prima para la producción de bioplásticos, así como fermentos para usarse en la industria alimentaria.
La materia prima obtenida del cultivo de algas tendría también como ventaja sobre otros bioplásticos obtenidos del maíz, trigo, remolacha azucarera y caña de azúcar, que no compiten por recursos alimentarios de consumo humano directo, no harían uso de agua de riego en su cultivo, ni ocupación de tierra para agricultura.
Aunque en la última década se han venido publicando muchos trabajos a favor del uso de las algas, se trata de un conocimiento todavía con pocas aplicaciones y muy desconocido en la cultura occidental.
Otra opción es la de cultivar algas con altos contenidos lipídicos y azúcares transformables para la producción de biodiesel, un camino que, a pesar de no ser totalmente sostenible, permitiría reducir el empleo de combustibles fósiles.
Aunque como se ha visto a lo largo del artículo las algas permiten multitud de usos, todavía falta una mayor implicación por parte de los gobiernos que deben abrir su mente y buscar nuevas formas de fomentar el cultivo y las aplicaciones de estas algas.
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ETIQUETAS • Medio Ambiente, Comercio
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Las algas marinas son una rica fuente de nutrientes esenciales, como vitaminas, minerales y antioxidantes. Su consumo beneficia la salud al promover la función del sistema inmunológico, la salud cardiovascular y la regulación hormonal.
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