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Cómo tener una dieta saludable y a la vez cuidar del planeta

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Elegir alimentos con criterio de sostenibilidad es bueno para la salud humana y para el medio ambiente. Así lo propone la nueva guía saludable de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, que también busca promover la actividad física de todas las personas.
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Con el objetivo conjunto de promover la salud ciudadana y la del planeta, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) ha presentado recientemente la campaña ‘Come sano, muévete y cuida tu planeta’ y la actualización de sus consejos sobre dieta y ejercicio teniendo en cuenta, por primera vez, el criterio de sostenibilidad.

En un documento divulgativo titulado Recomendaciones dietéticas saludables y sostenibles complementadas con recomendaciones de actividad física para la población española, esta agencia del Ministerio de Consumo detalla numerosas propuestas prácticas para mantener una alimentación sana, una vida activa y promover un modelo de consumo más respetuoso con el medio ambiente.

La nueva guía ha sido elaborada teniendo en cuenta la investigación científica más actualizada por el Comité Científico de la AESAN, un panel muy diverso que incluye, entre otros, a expertos en epidemiología y salud pública, en ciencia y tecnología de los alimentos, en seguridad alimentaria o en veterinaria, como destaca a SINC Esther López-García, coordinadora del mismo y catedrática de medicina preventiva y salud pública de la Universidad Autónoma de Madrid.

Aunque ya sabíamos que mantener hábitos saludables es determinante para prevenir las enfermedades cardiovasculares, la diabetes tipo 2 y algunos tipos de cáncer, “ahora hay una gran corriente de pensamiento que aboga por que la alimentación, además de sana, también deba ser sostenible”, subraya esta experta en nutrición. Con ese fin, estas nuevas recomendaciones nacen del marco planteado por la Comisión EAT-Lancet para una dieta saludable dentro de los límites planetarios publicado en 2019 en The Lancet, aclara López-García.

El propósito de ese nutrido grupo de expertos internacionales se antojaba ambicioso: lograr alimentar con una dieta sana a los casi 10.000 millones de pobladores que se estima tenga la Tierra en 2050.

La necesaria “transformación global del sistema alimentario”

La creciente población mundial —8.000 millones de habitantes en la actualidad— y el impacto que los sistemas alimentarios tienen sobre la salud humana y la del planeta plantean retos crecientes sobre la forma en la que obtenemos y consumimos nuestros alimentos. Según la web Our World In Data de la Universidad de Oxford, la producción de alimentos representa más de una cuarta parte (26 %) de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, y la mitad de la tierra habitable y el 70 % de la extracción mundial de agua dulce se destinan a la agricultura.

Por otro lado, un amplio análisis de los riesgos alimentarios en 195 países durante el periodo entre 1990 y 2017, también publicado en The Lancet en 2019, estimó que 11 millones de muertes y 255 millones de AVAD (Años de Vida Ajustados por Discapacidad, que expresan el número de años perdidos debido a enfermedad, discapacidad o muerte prematura) fueron atribuibles a factores de riesgo alimentarios.

Los principales, la ingesta elevada de sodio (sal) y la baja ingesta de cereales integrales o frutas. Según especialistas en nutrición y epidemiología de la Universidad de Harvard, “los factores que influyen en que las personas consuman una dieta de baja calidad son múltiples e incluyen la falta de conocimientos, la falta de disponibilidad, el elevado coste, la escasez de tiempo, las normas sociales y culturales, la comercialización y promoción de alimentos de baja calidad y la palatabilidad”.

Por todo ello, los expertos de la Comisión EAT-Lancet citados por López-García urgían a “una transformación global del sistema alimentario”. “Los alimentos que comemos y cómo los producimos determinarán la salud de las personas y del planeta, y deben introducirse cambios importantes para evitar tanto la reducción de la esperanza de vida, como la continua degradación del medio ambiente”, advertían.

Dieta mediterránea: equilibrada y sostenible

Las nuevas recomendaciones de la AESAN buscan promover un patrón de dieta equilibrada con predominio de alimentos de origen vegetal sobre los de origen animal, “en línea con el patrón de dieta mediterránea, que a su vez contribuye a reducir el impacto medioambiental del sistema alimentario”. Según López-García, “la dieta mediterránea es un ejemplo de dieta basada en plantas porque la mayoría de los alimentos son de origen vegetal, cumple casi todas las recomendaciones que hacemos y es culturalmente aceptable”.

La guía recomienda, por ejemplo, “comprar productos frescos de temporada, proximidad y mínimamente procesados (como los congelados) y productos a granel o en envases reciclables”. También aconseja, siempre que se pueda, preparaciones caseras y, en caso de consumir alimentos procesados, elegir los que tengan menos sal, azúcar y grasas que no sean aceite de oliva.

Sobre las frutas y hortalizas, aconseja consumir “también aquellas con defectos estéticos, pues conservan todas sus propiedades nutritivas” y limita el desperdicio de alimentos. En relación con las legumbres —que tienen poco impacto ambiental, un precio asequible y son ricas en proteínas y otros nutrientes—, la guía recomienda cocinarlas en grandes cantidades y congelarlas, así como triturar las sobras de las ya cocinadas para preparar hamburguesas, albóndigas o purés.

Acerca de los cereales, cuyo impacto ambiental es bajo, “se aconseja priorizar los de grano entero y productos integrales, minimizando el consumo de alimentos elaborados con harinas refinadas”, remacha López García.

En relación con los frutos secos, se recomiendan entre 3 raciones semanales y hasta una diaria (consideradas como un puñado que permita cerrar la mano), teniendo en cuenta que en menores de 5 años no se aconsejan enteros por el riesgo de asfixia. “Su impacto ambiental es variable, ya que algunos métodos de cultivo son poco respetuosos con el medioambiente, como el caso de las almendras”, advierte la guía.

Según López García, las patatas y otros tubérculos deben separarse de los grupos anteriores por sus diferentes propiedades nutricionales, en especial su alto índice glucémico. “Aunque las patatas son de los alimentos con menor impacto ambiental, se recomienda su consumo moderado, priorizando los cereales de grano entero y las legumbres como fuentes de hidratos de carbono de digestión lenta”, subraya esta experta.

Menos carne y mejor si es blanca

“El consumo de proteína vegetal debería ocupar una de las raciones proteicas de las dos comidas principales diarias; la otra se puede destinar a pescado, huevos, lácteos o carne”, indica López García. Sobre la carne, la guía recomienda reducir su consumo a entre nada en absoluto y 3 raciones semanales que fuesen, preferentemente, de carne blanca, así como minimizar el consumo de carne procesada.

El consumo de carne y en especial el de carne roja se ha vinculado a problemas de salud y su producción tiene un mayor impacto ambiental que la de otros alimentos, sobre todo la de vaca y cordero. Al tiempo, habría que aumentar el consumo de otras fuentes de proteína, como las legumbres, los frutos secos o los huevos. Estos últimos tienen alto valor nutricional y un impacto ambiental relativamente bajo.

“Si puedes, elige productos procedentes de ganaderías donde la cría de animales cumpla con los más altos estándares de bienestar animal y consume todas las partes del animal (incluyendo cortes grasos y casquería) para evitar el desperdicio”, señala la guía, aunque recomienda elegir cortes magros si se necesita controlar las calorías.

En cuanto al pescado, “se recomiendan 3 o más raciones a la semana, priorizando el azul (sardinas, boquerones, caballa, chicharro, etc.) sobre el blanco y las especies con menor impacto ambiental”, sugiere López García.

Para la leche y los lácteos, muy nutritivos, se recomienda no superar 3 raciones al día, “evitando aquellos con azúcares añadidos y alto contenido en sal”, aconseja esta catedrática. “Sin embargo, debido su elevado impacto ambiental, se sugiere reducir las raciones diarias de lácteos si se consumen otros alimentos de origen animal”, matiza.

Además, las recomendaciones tienen en cuenta las necesidades nutricionales particulares de las personas mayores (el 20% del total de la población española) y aquellas situaciones en las que se necesita reducir calorías para mantener un peso saludable porque más de la mitad de la población de nuestro país presenta exceso de peso.

Por otro lado, durante situaciones con una demanda nutricional elevada, como el embarazo, la lactancia o con la falta de apetito asociada al envejecimiento, la guía recomienda tomar alimentos de alto aporte nutricional y facilidad de consumo, como lácteos (mejor sin azúcares añadidos) y huevos (idealmente, de gallinas criadas en libertad o camperas para contribuir al bienestar animal).

El aceite de oliva virgen es el aceite ideal para todas las comidas por su contenido en sustancias beneficiosas, como los flavonoides, y su mayor calidad organoléptica. Por último, se recomienda el agua como bebida de elección en una dieta saludable. “Tanta como sea necesaria y, siempre que sea posible, del grifo o corriente, de menor impacto ambiental”, recuerda López García.

Mejor cuanta más actividad física y menos tiempo sentados y ante pantallas

La AESAN complementa los consejos dietéticos con recomendaciones de actividad física por grupos de edad (desde niños menores de un año, hasta adultos mayores de 65) que pueden integrarse en el trabajo, los desplazamientos y las tareas cotidianas. “La actividad física es buena para corazón, cuerpo y mente”, señala a SINC Susana Aznar Laín, catedrática en actividad física y salud en la Universidad de Castilla La Mancha y que también ha asesorado a la agencia. “Cualquier tipo de actividad es mejor que ninguna y cuanta más, mejor”, añade.

Como explica esta especialista, que también es ciclista federada, alpinista y esquiadora, “cuando una persona piensa en actividad física, quizás tiene una idea prefijada de una instalación deportiva, de una ropa específica, etc. La industria nos vende muchos mensajes, pero lo importante es dejar claro que toda actividad cuenta, ya sea de transporte, recreativa, deportiva, de actividades domésticas, subir escaleras o ir andando al trabajo: todo sirve”. Además, “todo el mundo puede beneficiarse”, insiste. “Todos los grupos de edad, las mujeres embarazadas o durante el puerperio, las personas con afecciones crónicas o discapacidad, etc.”

Asimismo, esta experta hace hincapié en el fortalecimiento muscular: “es muy importante trabajar la fuerza, sobre todo en niños y adolescentes, en los que ayuda a que la musculatura y la masa ósea se consoliden bien, y en las personas mayores, para favorecer la independencia, prevenir caídas y la osteoporosis”.

En definitiva, “hay que intentar realizar tres estrategias: sentarse menos, moverse más de la forma que sea y hacer ejercicio”. Incluso hay esperanza para quienes pasan la jornada frente a un escritorio porque “8 horas de estar sentado se pueden compensar con entre una hora y 75 minutos de actividad moderada al día”, apunta Aznar Laín. ¿Y qué entendemos por moderada? “Lo mejor es el test del habla”, aclara: “una intensidad es moderada para alguien cuando mientras hace una actividad pueda hablar, pero le cuesta un poquito”.

Para quienes usan podómetros de pulsera, esta especialista alude a la conocida recomendación de caminar 10.000 pasos diarios, popularizada por la estadounidenses Catrine Tudor-Locke, decana de la Facultad de Salud y Servicios Humanos de la Universidad de Nuevo Hampshire. En 2012, ella y David R. Bassett, catedrático y jefe de Fisiología del Ejercicio en la Universidad de Tennessee, también en EE UU, firmaron un artículo titulado “¿Cuántos pasos al día son suficientes?” en Sports Medicine en el que consideraban que, a partir de esa cifra de pasos, se podría considerar a los individuos como "activos".

No obstante, hoy sabemos que “cuantos más pasos, mejor”, sostiene Aznar Laín. “Las últimas evidencias científicas indican que un aumento de 1000 pasos al día se asocia con una reducción significativa de la mortalidad”. Así lo constata, de hecho, una reciente revisión sistemática publicada en The Lancet Public Health: “los beneficios para la mortalidad, en particular para los adultos mayores, pueden observarse a niveles inferiores a la referencia popular de 10.000 pasos al día”, concluían sus autores. La AESAN recomienda alcanzar al menos 7.000-8.000 pasos (unos 6 kilómetros).

A la inversa que con los pasos, sobre el tiempo de exposición en la infancia y la adolescencia a pantallas (teléfono móvil, máquinas de juegos, tabletas, televisión, etc.), esta agencia aconseja que sea “cuanto menos, mejor”, en especial para los más pequeños: nada en los menores de 1 año y 1 hora al día como máximo para niñas y niños de 1 a 2 años. “Hay que huir un poco de las pantallas”, advierte Aznar Laín.
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Ideas prácticas destacadas:

Al comprar: prepara una lista y lleva tu bolsa o cesta de la compra, mejor de tela o de malla. Compra a granel y si usas envases, que sean reciclables. Mejor, alimentos de cercanía y de temporada, consultando la información nutricional del etiquetado. El sistema Nutri-Score refleja la calidad nutricional global: de mayor (letra A y color verde) a menor (letra E y color naranja fuerte). Se recomiendan elegir productos con letra A o B. Diferencia también entre la fecha de caducidad y la de consumo preferente.

Al cocinar: planifica los menús semanales, cocina al vapor —mantiene sus propiedades nutricionales—, cocina varios alimentos a la vez cuando uses el horno y congela antes de desperdiciar.

Al comer: mejor alimentos frescos no procesados o mínimamente procesados, consume preferentemente piezas enteras de frutas y hortalizas de temporada y proximidad y de distintas variedades y colores, come más legumbres (en verano, puedes prepararlas en ensalada) y no favorezcas alimentos dulces (con azúcar o edulcorantes) o salados para no acostumbrar el paladar, especialmente en la infancia. Un ejemplo de plato saludable constaría de un 50 % de frutas y verduras, un 25 % de cereales integrales y de un 25 % de proteínas saludables. Come con tranquilidad y, si puede ser en compañía, mejor.

Muévete más y siéntate menos: aprovecha las actividades cotidianas (anda, aunque sea trayectos cortos, sube escaleras, pasea en la pausa del café en lugar de sentarte), usa las instalaciones deportivas de tu ayuntamiento (parques o polideportivos) y, si cuentas los pasos diarios, haz al menos 7.000-8.000 (unos 6 kilómetros).
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Recomendaciones de un vistazo:

Hortalizas: al menos 3 raciones al día. Por ejemplo, un plato de ensalada, de hortalizas cocidas o una crema.

Frutas: al menos de 2-3 raciones diarias. Mejor si se cultivan en la región o el país. “El consumo de zumos de frutas no es un sustituto de las frutas enteras”, advierte López-García.

Cereales: entre 3 y 6 raciones al día, dependiendo de si se lleva una vida más o menos activa. Lo ideal, integrales y de distintos tipos, incluyendo los menos habituales (sorgo, mijo, trigo, espelta o trigo sarraceno) para fomentar la diversidad de cultivos.

Legumbres: entre 4 raciones a la semana, e incluso a diario. “Son los alimentos de origen vegetal con menor impacto ambiental y son asequibles”, recalca López García.

Proteínas: cada semana, al menos 4 raciones de legumbres, 3 de frutos secos (mejor crudos, sin sal, ni grasas o azúcar), 3 de pescado (mejor azul que blanco) y hasta 4 huevos. Además, no más de 3 lácteos al día sin azúcares añadidos. En cuanto a la carne, reduce su consumo.

Aceite de oliva: ideal en todas las comidas. Su consumo favorece la conservación del olivo y el valor paisajístico de la zona mediterránea.

Agua: es la bebida de elección en una dieta saludable. Mejor del grifo siempre que sea posible, mucho más barata que la embotellada y no genera residuos plásticos. Hay que beberla siempre que se tenga sed. Tanto el consumo de alcohol, como el de bebidas azucaradas o edulcoradas se han relacionado con diversas enfermedades.

Sal: no se deben superar los 5 g al día entre la añadida y la presente en los alimentos. La sal de mesa tiene que ser yodada (lo que se puede comprobar en el envase) y, como alternativa, se pueden usar hierbas aromáticas y condimentos, como el orégano, el tomillo o el pimentón.
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FUENTE • Agencia SINC.....
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Una cámara ultrarrápida revela cómo funcionan los pararrayos

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El pararrayos no atrae ni repele los rayos. Tampoco descarga las nubes, tal como se pensaba antiguamente. Sencillamente le ofrece al rayo un camino fácil y seguro hacia el suelo.
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Varios pararrayos que intentan conectarse a la descarga que baja | Diego Rhamon/Inpe
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Con una cámara de video ultrarrápida, y el triunfo de estar en el lugar adecuado en el momento oportuno, el físico Marcelo Saba, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe, en portugués), y el doctorando Diego Rhamon obtuvieron una imagen inédita de la descarga de un rayo, que muestra detalles de su conexión con varios pararrayos situados en las inmediaciones.

Esa extraordinaria imagen fue a parar a la portada de Geophysical Research Letters (GRL), una de las más importantes revistas científicas del área. Este trabajo, que se salió publicado en la edición de diciembre de dicha revista, contó con el apoyo de la FAPESP. “La imagen se captó durante una noche de verano en la ciudad de São José dos Campos, en el interior del estado de São Paulo, cuando un rayo descendente de carga negativa se acercaba al suelo a una velocidad de 370 kilómetros por segundo [km/s]. En el instante en que la descarga estaba a solamente algunas decenas de metros del suelo, varios pararrayos y cornisas de edificios de la zona produjeron descargas positivas ascendentes, compitiendo para conectarse con el rayo que bajaba. La imagen final anterior a la conexión se obtuvo 25 millonésimas de segundo antes del impacto del rayo sobre uno de los edificios”, comenta Saba. Esa imagen espectacular fue la que los editores de GRL reprodujeron en la portada de la publicación.

El investigador informa que su cámara captó 40 mil imágenes por segundo. En superslow motion, el video muestra cómo reaccionan los pararrayos. Y también que los rayos pueden constituir un peligro si esos artificios de protección no se encuentran instalados correctamente. Sucede que, pese a haber más de 30 pararrayos en las cercanías, el rayo no se conectó con ninguno de ellos, sino con la chimenea de un horno emplazado en la azotea de uno de los edificios. “Una falla en la instalación dejó esa área desprotegida. Y el impacto de una corriente de 30 mil amperios produjo en ella un estrago impresionante”, dice.

Los rayos están constituidos en un 20% en promedio por intercambios de cargas eléctricas entre las nubes y el suelo. El 80% restante corresponde a descargas eléctricas que se producen en el interior de las nubes. Entre los que llegan al suelo, son casi en su totalidad rayos descendentes: empiezan en las nubes y se dirigen al suelo. Los rayos ascendentes también existen, pero son raros. Y solamente surgen en estructuras altas, tales como cumbres de montañas, rascacielos, torres y antenas. Dependiendo de la carga que trasladan al suelo, los rayos pueden también clasificarse como negativos o positivos.

“Los rayos pueden llegar a medir hasta 100 km de longitud. Y transportar corrientes del orden de los 30 mil amperios. Esto equivale a la corriente utilizada por 30 mil lámparas de 100 vatios funcionando juntas. En algunos casos, la corriente puede llegar a los 300 mil amperios. La temperatura de un rayo, de 30 mil °C, es cinco veces mayor que la temperatura de la superficie del Sol”, afirma Saba.

Cómo se forman los rayos

El investigador explica que todo empieza con la electrificación de las nubes. Su mecanismo aún no se conoce a ciencia cierta. Pero, grosso modo, es producto del rozamiento entre partículas de hielo, pequeñas gotas de agua y granizo, que libera cargas y genera polaridades entre distintas zonas de las nubes, con diferencias de potencial eléctrico que varían de 100 millones a 1.000 millones de voltios. “Hay que tener en cuenta que las nubes de tormenta son estructuras enormes cuya base se encuentra a 2 o 3 km del suelo y cuya cima puede llegar a los 20 km de altura. Sus diámetros oscilan entre los 10 km y los 20 km”, dice.

La forma ramificada que asumen los rayos se explica debido al hecho de que las cargas eléctricas buscan el camino más fácil, es decir, aquel que ofrece menor resistencia, y no el camino más corto, que sería la línea recta. El camino más fácil, generalmente en zigzag, es determinado por diferentes características eléctricas de la atmósfera, la cual no es homogénea. “Un rayo compuesto por varias descargas puede durar hasta dos segundos. Sin embargo, cada descarga dura tan solo fracciones de milésimas de segundo”, añade Saba.

El investigador destaca que el pararrayos no atrae ni repele los rayos. Tampoco descarga las nubes, tal como se pensaba antiguamente. Sencillamente le ofrece al rayo un camino fácil y seguro hacia el suelo. Como no siempre es posible contar con la protección de un pararrayos, y el verano es la época en la que se registran en mayor medida las descargas eléctricas atmosféricas, conviene considerar las recomendaciones de Saba. “Las tormentas ocurren más bien por las tardes y no durante las mañanas. Por eso hay que tener cuidado con las actividades que se hacen al aire libre en las tardes de verano. Al escuchar un trueno, es hora de buscar refugio. Nunca hay que quedarse debajo de los árboles o de columnas. Ni tampoco bajo techos precarios. En caso de que no haya un sitio robusto para protegerse, hay que permanecer dentro del coche y esperar que la tormenta pase. De no estar en un auto y no tener cualquier otro lugar en dónde albergarse, hay que agacharse con los pies juntos. Nunca quedarse parado, ni tampoco acostado. Dentro de casa, evítese el contacto con electrodomésticos y el uso de teléfonos inalámbricos.”

El investigador afirma que una persona alcanzada por rayo puede sobrevivir. Y existen varios ejemplos de ello. Las probabilidades aumentan cuando la persona es atendida rápidamente. “El paro cardíaco es la única causa de la muerte. En ese caso, el procedimiento recomendable es la resucitación cardiopulmonar”, enseña. Saba inició el estudio sistemático de los relámpagos con cámaras de alta velocidad en el año 2003. Dicha investigación, aún en curso, generó el mayor banco de videos del mundo de rayos filmados en alta velocidad. El investigador y sus dirigidos ya han sido contemplados con 17 ayudas o becas de la FAPESP.
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FUENTE • Agencia FAPESP.....
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ETIQUETAS • Medio AmbienteNaturalezaEnergía.....
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Un equipo de científicos determina cuánto calor combinado con sequía es demasiado para los bosques

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Un estudio ha compilado la primera base de datos global de eventos de mortalidad forestal inducidos por el clima, desde 1970 hasta 2018, en 675 ubicaciones. Los autores concluyen que limitar el calentamiento de la Tierra determinará la supervivencia de muchos de sus bosques.
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Imagen de Mandy Fontana en Pixabay
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¿Qué tan caliente es demasiado caliente y qué tan seco es demasiado seco para los bosques de la Tierra? Un estudio de un equipo internacional de investigadores encontró las respuestas al observar durante décadas árboles en proceso de morir.

Publicado en la revista científica Nature Communications, el estudio compila la primera base de datos global de eventos de mortandad de bosques, georreferenciados con precisión, en 675 lugares que datan desde 1970. El trabajo, que abarca todos los continentes arbolados, compara esa información con los datos climáticos existentes para determinar las condiciones climáticas de calor y sequía que han causado estos episodios documentados de mortalidad de árboles.

“En este estudio, estamos dejando que los bosques de la Tierra hablen”, afirma William Hammond, ecofisiólogo de plantas de la Universidad de Florida, quien dirige el estudio. “Recopilamos datos de estudios anteriores que documentan dónde y cuándo murieron los árboles, y luego analizamos cuál era el clima durante los eventos de mortalidad, en comparación con las condiciones a largo plazo”. Después de realizar el análisis climático de los años relacionados a los eventos de mortalidad forestal observados, señalan los autores, fue evidente un patrón.

“Lo que descubrimos fue que, a escala global, existe un patrón consistentemente más cálido y seco, lo que llamamos una huella inconfundible (como una “huella digital”) de sequías más calientes, que puede mostrarnos cuán inusualmente cálido o seco tiene que ser para que los bosques estén en riesgo de muerte”, describe Hammond.

La huella inconfundible que dejan estos eventos de mortalidad, dice, muestra que ocurrieron consistentemente cuando los meses típicamente más cálidos y secos del año se volvían aún más cálidos y secos.

“Nuestra huella inconfundible de sequías más cálidas reveló que la mortalidad forestal global está relacionada con extremos climáticos intensificados”, subrayan los autores. “Usando los datos del modelo climático, estimamos la frecuencia con la que ocurrirán estas condiciones climáticas letales en un escenario de un mayor calentamiento, en comparación con el clima de la era preindustrial: desde 22% más frecuentes si hay un incremento de 2°C, hasta 140% más frecuente si el incremento es de 4°C. Esas temperaturas más altas duplicarían con creces la frecuencia con la que los bosques de todo el mundo experimentan sequías letales para los árboles", agrega.

“Las plantas hacen un trabajo fenomenal al capturar y secuestrar carbono”, añade Hammond. “Pero la muerte de las plantas no sólo impide que realicen esta función crítica de captura de carbono, sino que las plantas también comienzan a liberar carbono a medida que se descomponen”.

Los investigadores dicen que depender, en parte, de los árboles y otras plantas para capturar y secuestrar carbono, como sugieren algunas soluciones climáticas propuestas, hace que sea fundamental comprender qué tan caliente es 'demasiado caliente' y qué tan seco es 'demasiado seco': “De lo contrario, los eventos de mortalidad, como los incluidos en nuestra base de datos, pueden acabar con las ganancias de captura de carbono proyectadas”.

El papel del calentamiento en la mortalidad forestal

En el estudio “Observaciones de mortalidad forestal a lo largo del globo revelan la huella que dejan episodios de sequía más cálidos en los bosques de la Tierra” (Global field observations of tree die-off reveal hotter-drought fingerprint for Earth’s forests) participa también Rosana López, del Departamento de Sistemas y Recursos Naturales de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes, Forestal y del Medio Natural de la Universidad Politécnica de Madrid.

Los bosques y montes de la Península Ibérica son particularmente vulnerables al cambio global, como atestiguan los cada vez más frecuentes eventos de mortalidad que observamos en extensos pinares de Pinus pinaster en la meseta castellana, Pinus sylvestris en los pre Pirineos y Pinus halepensis en el sudeste peninsular. Ni siquiera el pino canario (Pinus canariensis), gran superviviente a las erupciones volcánicas, como la ocurrida el año pasado en La Palma, y que es una de las pocas especies de pino con capacidad de rebrotar, es ajeno.

Los espectaculares pinares de la corona forestal que rodea al Teide experimentan desde hace unos años un fenómeno de decaimiento generalizado. Para paliar estos efectos y a falta de medidas más contundentes que frenen el calentamiento global, la “gestión forestal adaptativa se presenta como una herramienta fundamental para el futuro de nuestros bosques”, afirma la investigadora de la UPM.

Otro de los coautores del trabajo, Cuauhtémoc Sáenz-Romero de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en México, ofrece un ejemplo de cómo los patrones climáticos recientes están afectando un bosque templado mexicano. “En los últimos años, la temporada seca y cálida de marzo a mayo es aún más seca de lo habitual, pero también más cálida que nunca”, dijo. “Esta combinación está generando mucho estrés en los árboles antes de la llegada de la próxima temporada de lluvias de junio a octubre. Por ejemplo, en 2021, más de 8000 árboles maduros fueron muertos por escarabajos descortezadores en la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca en el centro de México. El efecto de la corriente del Océano Pacífico de La Niña resultó en condiciones más secas y cálidas; una combinación mortal que favoreció los brotes de plagas”.

Hammond también ha desarrollado una aplicación interactiva en el sitio web de la Red Internacional de Mortalidad de Árboles (International Tree Mortality Network) para alojar la base de datos en línea y permitir que otros usuarios incorporen observaciones adicionales de mortalidad forestal a la base de datos.

La organización, fundada y coordinada por el coautor Henrik Hartmann del Instituto Max Planck en Alemania, entre otros, es un esfuerzo de colaboración entre científicos de todos los continentes arbolados y tiene como objetivo coordinar los esfuerzos de investigación internacional sobre eventos de extinción forestal. Hammond es el líder del grupo de gestión de datos de la red.

“Esperamos que este documento genere un poco de urgencia en torno a la necesidad de comprender el papel del calentamiento en la mortalidad forestal”, señalan los autores. “Además, esperamos que nuestra base de datos de acceso abierto permita estudios adicionales, incluidas otras huellas inconfundibles climáticas desde escalas locales a regionales. Las comunidades actuales de investigación de modelos climáticos y sensores remotos necesitan conjuntos de datos verificados en el terreno para validar sus predicciones de procesos importantes como la mortalidad forestal. Uno de los elementos realmente importantes de este estudio fue reunir todos estos datos por primera vez, para que podamos hacer una pregunta como ésta a escala planetaria”.
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Trabajo de referencia | “Global field observations of tree die-off reveal hotter-drought fingerprint for Earth’s forests” nature.com/articles/s41467-022-29289-2. Además de Hammond, Sáenz-Romero y Hartmann, también es coautor A. Park Williams, Universidad de California, Los Ángeles; John Abatzoglou, Universidad de California, Merced; Henry D. Adams, Universidad Estatal de Washington; Tamir Klein, Instituto de Ciencias Weizmann; Rosana López, Universidad Politécnica de Madrid, España; David D. Breshears, Universidad de Arizona; y Craig D. Allen, Universidad de Nuevo México.
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El 38% de la Amazonia sufre degradación provocada por la actividad humana

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En una proyección para 2050, factores de degradación de la selva amazónica, como incendios y tala ilegal, seguirán figurando entre las principales fuentes de emisiones de carbono si no se toman medidas urgentes. Así lo evidencia un estudio, cuyos resultados publica hoy en la revista Science, firmado por 35 autores de instituciones nacionales e internacionales, entre ellas, la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).
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En una proyección para 2050, factores de degradación de la selva amazónica, como incendios y tala ilegal, seguirán figurando entre las principales fuentes de emisiones de carbono si no se toman medidas urgentes. Así lo evidencia un estudio, cuyos resultados han sido publicados en la revista Science, firmado por 35 autores de instituciones nacionales e internacionales, entre ellas, la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).

El trabajo es fruto del proyecto Análisis, Integración y Modelización del Sistema Tierra (Aimes), vinculado a la iniciativa internacional Future Earth, que reúne a científicos e investigadores que estudian la sostenibilidad.

En el artículo se señala que por lo menos 2.5 millones de kilómetros cuadrados del bosque amazónico están siendo degradados en toda la cuenca debido a los incendios forestales, los efectos de borde (los cambios que se producen en zonas forestales próximas a otras deforestadas), las talas selectivas (como las ilegales) y las sequías extremas -causas que, además, interactúan entre ellas-, y su impacto en las dimensiones, ecológicas, ambientales, sociales y económicas. Esto representa el 38% de los bosques remanentes en la región.

Dicha situación genera tantas o más emisiones de carbono como la deforestación. Con respecto a este tema, la bióloga Dolors Armenteras Pascual, directora del grupo de investigación en Ecología del Paisaje y Modelación de Ecosistemas (Ecolmod), de la Facultad de Ciencias de la UNAL, anota que cuantificar la degradación es una tarea muy compleja porque aparentemente ese ecosistema sigue siendo un bosque.

Expresa que, “el trabajo mide por primera vez las emisiones de carbono por degradación, que totalizan 0.2 gigatoneladas de carbono (GtC) por año, una cifra que tiene implicaciones muy grandes en términos de biodiversidad y funcionamiento de la cuenca”.

En el caso de una región tan grande como la cuenca amazónica cuantificar y mapear estas perturbaciones es algo muy difícil. “Dicho estudio avanza en ello y lo pone de nuevo en la mira internacional”, afirma la investigadora, quien formó parte del grupo de científicos que lo desarrollaron.

Sobre los aspectos que influyen en la degradación en la Amazonia colombiana, manifiesta: “los causantes degradación coinciden con los motores que se mencionan en el estudio: extracción de madera, incendios que penetran en el bosque causando unos impactos tremendos y efectos de borde cuando se fragmenta el bosque, factores que suelen estar asociados a su conversión en pasturas”.

La experta destaca que, “los efectos de estas perturbaciones exacerban la vulnerabilidad de las comunidades locales, que ven disminuida la disponibilidad de especies comestibles (por ejemplo, los peces), afectando su seguridad alimenticia, o especies de uso tradicional de donde extraen aceites y otros productos medicinales; además, se facilita la transmisión de enfermedades transmitidas por vectores, ya que, al deteriorarse la calidad del bosque, se dispersan con mayor facilidad”.

Bosques inteligentes

El trabajo es el resultado de una revisión analítica de datos científicos previamente publicados, basados en imágenes de satélite combinados con datos sobre los cambios en la región amazónica entre 2001 y 2018.

Para esto se consideraron cuatro motores principales de la degradación: los incendios forestales, los efectos de borde (los cambios que se producen en zonas forestales próximas a otras deforestadas), las talas selectivas (como las ilegales) y las sequías extremas.

Las distintas zonas forestales pueden verse afectadas por uno o varios de estos factores, que tienen orígenes diferentes. "A pesar de la incertidumbre sobre el efecto total de estas perturbaciones, está claro que el efecto total puede ser tan importante como el efecto de la deforestación tanto para las emisiones de carbono como para la pérdida de biodiversidad", afirma Jos Barlow, investigador de la Universidad de Lancaster (Inglaterra) y coautor del estudio.

En una proyección realizada a 2050, los cuatro factores de degradación seguirán siendo las principales fuentes de emisión de carbono a la atmósfera, independientemente del aumento o cese de la deforestación.

Los autores proponen la creación de un sistema de vigilancia de la degradación, así como la prevención y el freno de la tala ilegal y el control del uso del fuego. En su opinión, podría aplicarse el concepto de "bosques inteligentes" que, al igual que la idea de "ciudades inteligentes", utilizarían distintos tipos de tecnologías y sensores para recoger datos útiles con el fin de mejorar la calidad del medio ambiente.

Valioso aporte desde Colombia

En relación con la contribución de la UNAL al estudio, la investigadora Armenteras Pascual destaca que, “nos invitaron porque somos referencia internacional en incendios y deforestación amazónica, además de contar con una experiencia de más de dos décadas con publicaciones científicas, en muchos casos con estudios realizados desde y con las condiciones que tenemos en Colombia donde los recursos para investigación son mínimos y a veces invertidos en el lugar equivocado”.

En Ecolmod, se han publicado estudios arbitrados en revistas científicas sobre principalmente dos de los cuatro motores que aparecen en el artículo de Science, identificados como causantes de degradación: incendios forestales y efecto de borde.

“Articularnos con este grupo de investigadores fue clave para aportar el conocimiento que hemos construido desde Colombia sobre la degradación de nuestros bosques, y aunque siempre hay algunas diferencias locales, la tendencia para toda la región es la misma”, concluye la profesora Armenteras Pascual.
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La jardinería puede ayudar a reducir el riesgo de cáncer y mejorar la salud mental

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Una investigación evidencia que las personas que cultivan un huerto comen más fibra, realizan más actividad física y padecen menos estrés y ansiedad.
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Imagen de Ilona Ilyés en Pixabay
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Un ensayo aleatorizado y controlado de jardinería comunitaria evidencia que las personas que empiezan a cultivar un huerto comen más fibra y hacen más actividad física, dos formas de reducir el riesgo de cáncer y enfermedades crónicas. Además, también disminuyen significativamente los niveles de estrés y ansiedad. Los resultados del estudio, dirigido por un equipo científico de la Universidad de Colorado Boulder, en colaboración con el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación "la Caixa", se publicaron el 4 de enero en la revista Lancet Planetary Health.

"Estos hallazgos proporcionan evidencia concreta de que la jardinería comunitaria podría desempeñar un papel importante en la prevención del cáncer, las enfermedades crónicas y los trastornos de salud mental", señala Jill Litt, autora principal del estudio, investigadora de ISGlobal y profesora del Departamento de Estudios Ambientales de la Universidad de Colorado Boulder.

Litt ha dedicado gran parte de su carrera a buscar formas asequibles, escalables y sostenibles de reducir el riesgo de enfermedades, especialmente entre las comunidades con rentas bajas. La jardinería parecía un lugar ideal para empezar. "Vayas donde vayas, la gente dice que hay algo en la jardinería que les hace sentirse mejor", afirma, pero es difícil encontrar datos científicos sólidos sobre sus beneficios.

Algunos pequeños estudios observacionales han revelado que las personas que cultivan un huerto tienden a comer más fruta y verdura y a tener un peso más saludable. Pero no está claro si las personas más sanas tienden simplemente a cultivar un huerto o si la jardinería influye en la salud. Solo tres estudios han aplicado el ensayo controlado aleatorizado. Ninguno se ha centrado específicamente en la jardinería comunitaria.

Para llenar este vacío, se reclutaron a 291 adultos de la zona de Denver (Colorado, Estados Unidos) que no practicaban la jardinería, con una media de edad de 41 años. Más de la mitad procedían de hogares con bajos ingresos. Del conjunto de participantes, la mitad se asignó al grupo de jardinería comunitaria, mientras que la otra mitad constituyó un grupo de control que debía esperar un año para empezar a cultivar un huerto. Ambos grupos realizaron encuestas periódicas sobre su ingesta nutricional y su salud mental, se sometieron a mediciones corporales y llevaron monitores de actividad.

Más fibra y mejor salud mental

Los participantes en el grupo de jardinería consumían, de media, 1,4 gramos más de fibra al día que los del grupo de control, lo que supone un aumento del 7%. Los autores señalan que la fibra ejerce un profundo efecto en las respuestas inflamatorias e inmunitarias, e influye en todos los aspectos, desde cómo metabolizamos los alimentos hasta la salud de nuestro microbioma intestinal y la susceptibilidad a la diabetes y ciertos tipos de cáncer. Además, este grupo también aumentó sus niveles de actividad física en unos 42 minutos a la semana.

Los participantes en el estudio también vieron cómo disminuían sus niveles de estrés y ansiedad, siendo los más estresados y ansiosos los que experimentaron una mayor reducción de sus problemas de salud mental.

La conexión social también es importante. "Incluso si vienes al huerto con la intención de cultivar tus propios alimentos en un lugar tranquilo, empiezas a mirar la parcela de tu vecino y a compartir técnicas y recetas, y con el tiempo las relaciones florecen", dice Litt, señalando que, aunque cultivar un huerto es bueno por sí mismo, hacerlo en comunidad puede tener beneficios adicionales. "No se trata solo de frutas y verduras. También se trata de estar en un espacio natural al aire libre junto a otras personas".
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Trabajo de referencia | Litt J, Alaimo K, Harrall K, Hamman R, Hébert J, et al. Effects of a community gardening intervention on diet, physical activity, and anthropometry outcomes in the USA (CAPS): an observer-blind, randomised controlled trial. The Lancet Planetary Health. Volume 7, Issue 1, January 2023. https://doi.org/10.1016/S2542-5196(22)00303-5
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Ciudades jardín contra el déficit de naturaleza urbano

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Los ciudadanos eligen la jungla gris frente a los espacios de naturaleza abierta. Sin embargo, allí se encuentran con la contaminación aérea y acústica, el estrés y el aislamiento social, explican profesores de la Universidad Politécnica de Madrid.
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El proyecto de agrociudad Gagarine-Truillot propone transformar el distrito de Gagarine (en Ivry-sur-Seine) en un barrio dominado por la agricultura urbana. Archikubik
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Por Julián Briz, Isabel de Felipe y Teresa Briz

El horizonte urbanita está ensombrecido con nubarrones de pandemias, olas de calor, desabastecimiento alimentario y energético, cambio climático y pérdida de biodiversidad. Estas crisis recuperan el valor de las islas naturadas: las noches calurosas del verano obligan a abrir parques y jardines para esparcimiento, las pandemias revalorizan los balcones y terrazas durante el confinamiento y se impulsan huertos urbanos. Es la revolución silenciosa que la naturaleza viene imponiendo a la jungla de cemento y cristal.

La ciudad ha venido siendo un punto de atracción humana, como muestra su continuo crecimiento. Cerca del 60% de la población era urbana en el 2021. Las personas abandonan las áreas rurales atraídas por los servicios, facilidades y empleo que ofrecen las ciudades.

Los ciudadanos eligen la jungla gris frente a los espacios de naturaleza abierta. Sin embargo, allí se encuentran con la contaminación aérea y acústica, el estrés, el aislamiento social, la dependencia de recursos externos y con un balance energético negativo.

Déficit de naturaleza

Aunque no tiene una componente propiamente médico, se ha acuñado el término síndrome de déficit de naturaleza, que recoge el impacto en los urbanitas, especialmente en los más jóvenes, de vivir de espaldas a la naturaleza. La atracción de las nuevas tecnologías, por obligación o placer, hace que pasen horas ante pantallas, fomentando el aislamiento y la quiebra de relaciones sociales de proximidad.

Hemos de conseguir un entorno que permita de forma diaria mantener el contacto con la naturaleza. Es posible lograrlo con el impulso de la naturación urbana, con los parques tradicionales, cinturones verdes, árboles y parterres en las calles. Pero para que los urbanitas nos encontremos a menos de 300 metros de una zona naturada, como recomienda la Organización Mundial de la Salud, debemos recurrir también a las infraestructuras verdes en horizontal o vertical (cubiertas, fachadas, interiores).

No en vano, el proyecto agrociudad Gargarine Truillot, en Ivry-sur-Seine (Francia), ha ganado el Premio de Urbanismo Español 2021, otorgado por el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España.

El objetivo no es tener jardines en la ciudad, sino tener la ciudad en un jardín, es decir, que se encuentre incrustada por todas partes en la naturaleza.

El tira y afloja urbanístico

Como suele ocurrir en las actividades humanas, la consecución de objetivos no se realiza de forma homogénea, sino a través de empujes y retrocesos. El acomodo a las circunstancias obliga a modificar las prioridades.

Ilustración oficial del proyecto de reforma de la Puerta del Sol
de Madrid. Ayuntamiento de Madrid
En el entorno urbano existen debates por cuestiones urbanísticas y de estética. En el caso de Madrid, se solapan proyectos de enfoque verde, como es Madrid Nuevo Norte, con otros huérfanos de vegetación, como la Puerta del Sol. Pero sobran los enfrentamientos; hemos de buscar soluciones viables con los recursos disponibles.

Durante la Jornada sobre Infraestructuras Verdes y Bienestar Social organizada por la Fundación Foro Agrario el pasado 15 de junio, Francisco Muñoz, director de Gestión del Agua y Zonas Verdes del Ayuntamiento de Madrid, expuso algunos de los trabajos que están desarrollando para humanizar las infraestructuras verdes adaptándolas a las necesidades sociales.

En contacto con hospitales y centros sociales y de salud, se están diseñando circuitos para corredores, áreas infantiles, paseos para recuperaciones de cardiopatías y caminos para la tercera edad, con asientos y áreas de sombra. En otras palabras, la receta para los pacientes, además de ir a la farmacia, es desarrollar durante un tiempo determinado actividad en un circuito.

Hacia el sueño naturado

En España, el movimiento de estructuras verdes urbanas se ha venido desarrollando en oleadas.

La primera fase, la tradicional, se centraba en construcciones en el mundo rural y ciertas tradiciones, como los patios andaluces, jardines y edificios singulares.

La fase siguiente responde a las fuertes migraciones rurales de los años 60 y 70, que llevaron a la ciudad el espíritu agrario, con restricciones de espacio para los espacios verdes, y con fuerte expansión inmobiliaria.

El final del siglo anterior y el nuevo siglo XXI muestran una fuerte iniciativa innovadora, con participación pública y privada, con grandes planes urbanísticos en ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla o Vitoria.

En una situación ideal, los ciudadanos deberían disponer de:

- Un entorno naturado, con flora y fauna amigables, con una buena calidad del aire y sin ruidos.
- Unos servicios de trabajo, sanidad y cultura asequibles en tiempo y distancia (ciudad de los 15 minutos).
- El reciclado de energía, calor y materia orgánica a través de huertos y jardines de proximidad, ubicados en interiores o cubiertas.
- Lugares de recreo y encuentro para socializar con los vecinos, en espacios naturados, compartiendo tareas comunitarias de jardinería, cultivos agroecológicos o actividades culturales.
- Responsabilidad política y socioeconómica para lograr un horizonte sostenible para los problemas a corto, medio y largo plazo con una dimensión de justicia social.

El ideal urbano es una ciudad naturada, inundada de parques y jardines, avenidas arboladas, edificios envueltos en fachadas verdes y azoteas con invernaderos y huertos que reciclan los gases y el calor de la calefacción.

La naturaleza puede llevarnos a superar el modelo urbano actual a través de soluciones basadas en la naturaleza como instrumentos para gestionar problemas rurbanos multidimensionales como el cambio climático, la calidad medioambiental, la gestión del agua y la seguridad alimentaria.
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Cronociudades: ¿es posible una ciudad que cuida a sus habitantes?

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Nuevos modelos de ciudad, en París, Barcelona o Suecia, evitan desplazamientos largos, ruidos o contaminación y buscan más convivencia en los barrios, movilidad sostenible y de proximidad y más espacios para la vida cotidiana.
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Ángela F. Casal | UOC......
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De veinte, quince y hasta de un minuto. Las cronociudades apuestan por que la ciudadanía tenga todos los servicios y necesidades cubiertas en un radio temporal y espacial de pocos minutos, evitando desplazamientos innecesarios, ganando tiempo personal y cuidando el medio ambiente. Pero también buscando cohesión social con los comerciantes o vecinos del barrio y ganando en conciliación familiar y laboral, una idea que no es nueva, pero que ha ganado peso tras el confinamiento, cuando, dicen los expertos, nos hemos parado a pensar en qué casas y ciudades vivimos y en cuáles querríamos vivir.

"No nos fijábamos en los balcones, la orientación del edificio, la ventilación… No apreciábamos esas características y ahora aparece esa preocupación por los espacios en los que nos hemos confinado", explica el profesor colaborador del máster universitario de Ciudad y Urbanismo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y de la Universitat Politèccnica de Catalunya (UPC), Miguel Mayorga, que también destaca lo que ocurrió en los primeros paseos y salidas que hicimos frente a la imposibilidad de salir de las ciudades: fue un "redescubrimiento de nuestros entornos próximos". Reflexionamos, apunta, "sobre nuestra calle, nuestros espacios públicos y sobre nuestras actividades cotidianas, como el comercio de proximidad, de ir a comprar a la tienda de la esquina". La pandemia ha puesto en el punto de mira proyectos que llevan años desarrollándose en distintas partes del mundo y también en España y que buscan retomar la vida de barrio.

Tal y como explica el docente en este artículo, existe la ciudad del cuarto de hora de París, reto que está basado en ofrecer todo lo que un ciudadano necesita a 15 minutos de su domicilio, pensando en la escuela, el trabajo, el mercado o el centro de salud como actividades básicas de la vida cotidiana. En Melbourne o en Portland pasan a 20 minutos el radio de acción de la cronociudad, y en Barcelona impulsan las supermanzanas como este ámbito de acción necesario para cada ciudadano. Milán o Nantes son otros de los ejemplos de iniciativas similares y en Suecia aún se acercan más al domicilio de las personas y hablan de las ciudades de un minuto. Uno de los proyectos implica a los vecinos en el diseño del espacio delante de los portales de sus casas, para colocar aparcamientos de bicicletas o patinetes eléctricos, bancos o una zona verde y mejorar así el entorno más inmediato en la salida de su vivienda. "La calidad de vida humana y urbana se mide también en tiempo", defiende Mayorga.

Adaptar cada ciudad

Pero los citados ejemplos no son los únicos, sino que el urbanista enumera casos "muy buenos", como el de Pontevedra o Vitoria, y considera que no debe haber una única tipología. "Hay que saber adaptar los objetivos porque cada realidad es distinta", explica, y advierte de que se necesita el apoyo ciudadano, técnico y político para llevarse a cabo. Pone como ejemplo de fracaso de una idea de este tipo la de Madrid Central, que considera "interesante" y que se disipó tras un cambio de gobierno. "Tenemos que cambiar de hábitos y la forma de pensar en los tres ámbitos", remarca.

Una de las claves, dice, es la educación y, en este caso, centrada en la concepción del entorno. "Sabemos que tenemos fiebre cuando tenemos de 38 grados para arriba, pero no sabemos que un ruido de 65 decibelios para arriba no hace bien a una persona", ejemplifica. Es por ello que expone la idea de que hay "ciudades y calles que enferman", pero también propone que hay otras "que curan". "Hay condiciones físicas que permiten que vivamos mejor y que nos cuidemos a nosotros mismos y a las personas de nuestro entorno", propone. Hasta ahora, relata, el urbanismo ha colocado la industria y el trabajo en un lugar, los equipamientos en otro, la vivienda o los estudios, en otro, y son los ciudadanos los que se desplazan. "En vez de movernos nosotros, ¿por qué no acercamos las actividades?", se pregunta en voz alta. De esta manera se gana tiempo; tiempo, dice, "para disfrutarlo", para conciliar vida laboral y familiar y para descansar. A lo largo de las décadas, repasa el docente, las ciudades se han modificado y, añade, "tendrán que cambiar más" pero no haciendo "borrón y cuenta nueva". "Tenemos que cambiar cosas y nutrirnos del espesor cultural urbanístico que tenemos del pasado", sugiere. Por eso, cree necesario un "urbanismo más ágil y dinámico", que entienda los cambios, pero también que los regule, que se adapte a las personas y deje de ser "estático".

La ciudad que cuida y que cura

Mayorga acuña el término de la ciudad que cura (o care city) como un espacio de oportunidad para mejorar la vida urbana, y centra la mirada en la ciudad, no como un ámbito al que se le contrapone como un lugar agresivo frente a las zonas rurales como lugares de protección y de calma. Pese a que el confinamiento ha provocado una nueva idea de huida hacia la vida en el campo, el profesor considera que la ciudad es "el problema, pero también la solución" solo hay que repensar muchas cosas en su concepción. "Hemos alimentado el urbanismo del progresismo, construcción y zonificación", lamenta, proponiendo que la urbe sea ese mejor lugar donde las propias viviendas "sean mejores", donde en la puerta de casa "en vez de coches haya muchas opciones públicas para moverse, por ejemplo" y que el traslado a cualquier otro punto sea a una "distancia caminable". Y es que una de las transformaciones, según él, necesarias, es la de entender los cambios en los hábitos tecnológicos, en las actividades y el tiempo, que están ligados a los medios de transporte. El transporte público, los dispositivos personales, pero sobre todo caminar, será la movilidad del futuro, dice, negando que peatonalizar una calle sea lo mismo que tener una ciudad caminable. "Si peatonalizo una calle y se vuelve estrictamente comercial, esta y las otras calles a su vez también pierden, en complejidad y vitalidad. En ese sentido no lo estamos haciendo bien. Lo mejor es garantizar una caminabilidad distribuida, para que nos beneficiemos todos", comenta.
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El deshielo de todos los glaciares del mundo se ha acelerado en lo que llevamos de siglo

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En los últimos 20 años, los glaciares han perdido de media un total de 267 gigatoneladas de hielo cada año, según las observaciones realizadas en más de 200.000 de ellos. Los resultados, que se incluirán en el próximo informe del IPCC, muestran que este deshielo es la causa del 21 % del aumento observado en el nivel del mar desde el año 2000.
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Los glaciares son indicadores muy sensibles de la crisis climática. Prueba de ello es que desde mediados del siglo XX estas masas de hielo están experimentando un deshielo considerable en todo el mundo, independientemente de la altitud o latitud en la que se encuentren. Pero, hasta ahora, esta pérdida de masa solo había sido medida de manera parcial, analizando solo una parte de estas grandes masas de hielo.

Un nuevo trabajo ha estimado por primera vez el deshielo de todos los glaciares inventariados del mundo, es decir unos 217.175 (sin contar con los mantos de hielo continental de la Antártida y Groenlandia) “con una resolución espacial y temporal sin precedentes”, detalla a SINC Inés Dussaillant, del Servicio de Monitorización Mundial de Glaciares de la Universidad de Zúrich, Suiza, y coautora del estudio.

Los resultados, publicados hoy en la revista Nature, revelan lo rápido que los glaciares han perdido espesor y masa de hielo desde el año 2000 hasta el 2019. En las últimas dos décadas, “los glaciares del mundo perdieron un total de 267 gigatoneladas de hielo al año en promedio”, indica Dussaillant.

Además, según el estudio, el retroceso de la masa de hielo se aceleró drásticamente durante ese periodo. “Entre 2000 y 2004 los glaciares perdieron 227 gigatoneladas de hielo por año, mientras que entre 2015 y 2019, al final del periodo de estudio, la masa perdida ascendió a los 298 gigatones por año”, precisa a SINC la investigadora.

Para calcular los cambios en el espesor y masa de hielo, así como la incesante aceleración de este deshielo global, el equipo internacional de científicos, liderado por Romain Hugonnet, de la Universidad de Toulouse en Francia, utilizó el archivo completo de imágenes estereoscópicas ASTER, tomadas por el satélite Terra de la NASA. “Esto nos permitió crear modelos digitales de elevación de alta resolución de todos los glaciares del mundo y reconstruir una serie temporal de cambios de elevación glaciar desde el 2000”, subraya la investigadora.

Un aumento continuado del nivel del mar

La pérdida de masa de hielo observado a lo largo de los últimos 20 años ha sido responsable del 21 % del aumento del nivel del mar en el mismo periodo, lo que representa unos 0,74 mm cada año, recalcan los autores. De hecho, el retroceso de los glaciares de montaña son el segundo factor que más contribuye al aumento del nivel del mar actual.

“La primera causa, responsable de cerca de la mitad del aumento del nivel del mar, se debe a la expansión térmica del agua a medida que se calienta. El agua del deshielo de los mantos de hielo continental de la Antártica y Groenlandia y el almacenamiento de agua terrestre representan el tercio restante”, explica la autora suiza.

El trabajo supone un gran avance científico sobre los efectos de la crisis climática, por eso los resultados se incluirán en el próximo Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés), que se publicará a finales de este año.

Los hallazgos permitirán, además, mejorar los modelos hidrológicos y hacer predicciones más precisas a escala global y local, como por ejemplo, para estimar la proporción de la contribución del deshielo de los glaciares a los ríos que nacen del Himalaya o de los Andes durante los próximos años, dos regiones de gran preocupación hídrica.

“Si el retroceso de sus glaciares continúa acelerándose, países densamente poblados como India y Bangladesh y algunas regiones de Chile, Argentina y Perú podrían enfrentarse a la escasez de agua o de alimentos en unas pocas décadas a venir”, advierte la científica.

Pero para Dussaillant, el mensaje de esta investigación es sobre todo de gran relevancia política: “El mundo debe entender que es de suma importancia actuar ahora para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París y luchar para lograr un escenario de cambio climático en el que se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero”.
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Trabajo de referencia | Romain Hugonnet et al. “Accelerated global glacier mass loss in the early twenty-first century” Nature
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FUENTE • Agencia SINC.....
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Identifican un gen que mejora cualidades nutricionales del trigo

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Un gen de una especie de cereal silvestre (Hordeum chilense) potencia las propiedades nutritivas y la coloración amarilla de éste, indicador de su buena calidad.
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Image by CANDICE CANDICE from Pixabay
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Un equipo de investigación multidisciplinar compuesto por científicos del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS-CSIC) y el Instituto de la Grasa (IG-CSIC) ha identificado un gen que mejora las cualidades nutricionales del trigo. Su incorporación a las variedades de cereal comerciales daría lugar a cultivos con un mayor contenido en luteína -compuesto que reduce el riesgo de desarrollar enfermedades oculares degenerativas-, y una coloración amarilla más brillante, indicador de su buena calidad.

En el artículo ‘The breeder’s tool-box for enhancing the content of esterified carotenoids in wheat: From extraction and profiling of carotenoids to marker-assisted selection of candidate genes’ y publicado en Methods in Enzymology, los investigadores explican cómo transferirían este gen a las variedades de trigo comerciales mediante técnicas de mejora clásica. Su objetivo es conseguir un cereal biofortificado en carotenoides esterificados, es decir, un grano con un color más intenso y duradero.

Los expertos añaden que se centraron en la especie de cebada silvestre Hordeum chilense porque en estudios anteriores se confirmó que poseía el gen que en el que se enfoca el estudio: XAT-7Hch, responsable de la esterificación de los carotenoides y potenciador de estos compuestos. Los carotenoides están localizados en el grano, aumentan la estabilidad del pigmento y aportan al cereal cualidades beneficiosas que incrementan su calidad.

Selección genética

Para comprobar qué especímenes contenían más carotenoides, los investigadores emplean una aproximación multidisciplinar que combina técnicas de mejora genética clásica (cruzamientos entre distintas variedades trigo) y técnicas de biología molecular, que emplean el ADN para identificar las plantas que llevaban el gen XAT-7Hch. Asimismo, los expertos también utilizan técnicas fitoquímicas- análisis químicos del tipo y contenidos de los pigmentos vegetales- para identificar los pigmentos de interés. “Para obtener el trigo biofortificado en carotenoides, se cruza el genotipo seleccionado, es decir la planta con el gen beneficioso, con variedades modernas”, explica a la Fundación Descubre el investigador del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS-CSIC) Sergio Atienza.

De este modo, los agricultores podrían emplear este conocimiento cultivando los especímenes de trigo con mejores cualidades. Así, obtendrían un cereal más amarillo, que perdería menos cualidades nutricionales, como la luteína, al manipularse durante el proceso industrial que lo transforma en un producto de consumo alimentario.

Esta investigación se enmarca en el proyecto ‘Biofortificación de carotenoides en trigo y tritórdeo’, desarrollado por un equipo multidisciplinar de investigadores del Instituto de Agricultura Sostenible y el Instituto de la Grasa. Los científicos aplican técnicas moleculares, fitoquímicas y de mejora genética de las plantas con el objetivo de aportar conocimiento para el desarrollo de una agricultura más sostenible.

Actualmente, los investigadores se enfocan en cereales como el trigo y el tritórdeo. Con el análisis de su genoma, podrán desarrollar nuevas variedades de cultivos con una mayor resistencia a las enfermedades y más aptas para la industria agroalimentaria al mejorar sus propiedades nutricionales.
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FUENTE • Fundación Descubre.....
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