Evalúan los efectos del accidente de Fukushima en los océanos
Un equipo internacional de científicos, con participación del investigador de la Universidad Autónoma de Barcelona Pere Masqué, ha presentado, en el congreso Goldschmidt 2016 en Yokohama (Japón), una revisión de los efectos en los océanos del accidente de la central de Fukushima, cinco años después.
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Según el estudio, los niveles de radiación están disminuyendo en toda la zona, excepto en el área portuaria cercana a la planta nuclear, donde continúan las fugas radiactivas. Entre las conclusiones destacan que los niveles máximos de radiación en el agua, dentro de unos márgenes que no suponen ningún peligro, llegarán este año a la costa de Norteamérica, y que el riesgo de la radiación en las personas es muy modesto. Los investigadores muestran preocupación por la falta de apoyo para continuar con el asesoramiento científico para evaluar los niveles de radiación, imprescindibles para entender cómo cambian los riesgos.
El estudio, presentado por los investigadores que conforman un Grupo de Trabajo del Comité Científico en Investigación Oceánica (SCOR), se publica también como trabajo de investigación en la revista Annual Review of Marine Science y presenta las siguientes conclusiones:
El accidente
El terremoto Tohoku y el posterior tsunami que tuvieron lugar el 11 de marzo de 2011 provocaron la pérdida de potencia y el sobrecalentamiento de las plantas nucleares de Fukushima Daiichi (FDNPP), causando la emisión de gases radiactivos, elementos volátiles y líquidos, en especial hacia la costa oceánica. La lluvia radiactiva en los suelos está bien documentada, pero la distribución de la radiactividad en el mar y hacia los océanos a gran escala es mucho más difícil de cuantificar, debido a la variabilidad en las corrientes oceánicas y las dificultades para tomar muestras.
Liberación inicial de material radiactivo
Aunque el accidente en la central FDNPP fue uno de los más grandes y sin precedentes en cuanto al impacto en los océanos, la cantidad de cesio-137 liberada era de aproximadamente una quincuagésima parte de la que se liberó globalmente en los ensayos nucleares de los años 60 y una quinta parte de la liberada debido al accidente de Chernóbil. Es similar, en magnitud, a las descargas de cesio-137 de la planta de reprocesamiento de combustible nuclear de Sellafield.
Lluvia radiactiva inicial
La liberación inicial de material radiactivo fue hacia la atmósfera. Algunos modelos sugieren que alrededor del 80% de la lluvia cayó en el océano, la mayor parte cerca de la central. Hubo aportación desde los terrenos cercanos al mar, con un máximo alrededor del 6 de abril de 2011. Se estima en entre 15 y 25 PetaBecquerels (1015 Becquerels, o desintegraciones nucleares por segundo) la cantidad de Cs-137 liberada al océano. También se liberaron otros radioisótopos, pero el interés se ha centrado en las formas radiactivas del cesio debido a sus largos períodos de semidesintegración, es decir, de permanecer muchos años como fuente de radiactividad (dos años para el cesio-134 y 30 años el cesio-137), así como por su abundancia en la fuente de emisión de las centrales.
Distribución en el agua
El cesio es muy soluble en agua, por lo que se dispersó rápidamente por el océano, con niveles más elevados en algunas zonas debido a la distribución de las corrientes marinas. En el máximo, en 2011, la señal del cesio-137 en la costa cercana a la central nuclear fue decenas de millones de veces más elevado que antes del accidente. Con el tiempo y a mayor distancia a Japón, los niveles disminuyen significativamente. En 2014, la señal de cesio-137 a 2.000 kilómetros al norte de Hawai era equivalente a unas seis veces la señal remanente debida a las pruebas nucleares de los años 60, y en la costa oeste de Norteamérica, la señal era entre dos y tres veces más elevada que los niveles previos al accidente. La mayor parte de la lluvia radiactiva se concentra en los primeros cientos de metros de la superficie marina.
Es probable que los niveles máximos de radiación lleguen a la costa de Norteamérica a lo largo de este año, para disminuir hasta los niveles de entre uno y dos bequerelios por metro cúbico en el 2020, comparables a los niveles debidos a los ensayos nucleares de los años 60. Los sedimentos del fondo marino contienen menos de un 1% del cesio-137 emitido por la central, aunque la contaminación aún es elevada en la zona más cercana a la central. La redistribución de los sedimentos por organismos que se alimentan en el fondo marino (más habituales cerca de la costa) y por las tormentas es muy compleja.
Efectos en la fauna marina
En el año 2011, aproximadamente la mitad de las muestras de peces en aguas costeras frente a Fukushima tenían niveles de cesio radiactivo por encima del límite de 100 Bq / kg establecido por las autoridades japonesas, pero en 2015 menos de un 1% de las muestras están por encima del límite. Todavía se encuentran niveles elevados en torno a la central. En abril de 2011 se detectaron niveles elevados de yodo 131, pero se trata de un elemento con una vida radiactiva muy corta, por lo que ahora se encuentra por debajo de los niveles detectables. En general, con la excepción de las especies más cercanas a la central, no parece haber efectos medibles en la fauna marina.
Riesgo para las personas
El riesgo de radiación para las personas es muy modesto en comparación con las 15.000 víctimas directas del terremoto y del tsunami. Hasta el momento, no ha habido ninguna muerte relacionada con la radiación. Las personas evacuadas de la central más expuestas recibieron una dosis total de 70 mSv, que incrementaría su riesgo de cáncer a lo largo de toda la vida de un 24% (el de la población general) a un 24,4%, tanto sólo 0,4 puntos. Sin embargo, aún hay más de 100.000 evacuados del área de Fukushima, y muchas industrias como la del turismo y la de la pesca, han sido fuertemente golpeadas.
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Referencia | Buesseler, K.O., Dai, M., Aoyama, M., Benitez-Nelson, C., Charmasson, S., Higley, K., Maderich, V., Masque, P., Oughton, D. and Smith, J.N. 2017. Fukushima Daiichi-derived radionucleidos in the ocean: transport, fate, and impacts. Annu. Rev. Mar. Sci. 9: In press. doi: 10.1146 / annurev-marine-010816 a 060733
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FUENTE | Universidad Autónoma de Barcelona
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