Hallado el enterramiento humano más antiguo de África
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El CENIEH lidera un estudio, portada de la revista científica 'Nature', sobre la tumba de un niño de hace 78.000 años que fue encontrado en Kenia.
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Interpretación artística del entierro de Mtoto./Fernando Fueyo.
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Un estudio internacional liderado por el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) de Burgos muestra el enterramiento humano más antiguo que se ha encontrado de África. El trabajo, publicado en la revista científica Nature, documenta los restos de un niño de 2,5 a 3 años, que tienen una antigüedad de más de 78.000 años y se encontraron en una posición flexionada, deliberadamente enterrados en una tumba poco profunda en la boca de la cueva de Panga ya Saidi (Kenia). Este hallazgo se une a la creciente evidencia de comportamientos sociales complejos del Homo sapiens desde épocas muy tempranas.
“Las prácticas funerarias son la evidencia de que el ser humano vive en el mundo físico y en el mundo simbólico”, explica a DiCYT la directora del CENIEH, María Martinón-Torres, primera firmante del estudio. Sin embargo, a pesar de que África fue la cuna del ser humano moderno, se sabe muy poco sobre el origen y desarrollo de las prácticas mortuorias en este continente. En cambio, los entierros de neandertales y humanos modernos en Eurasia se remontan a 120.000 años e incluyen adultos y una alta proporción de niños y jóvenes.
“La idea de que ambas especies se relacionaban con los muertos ya es aceptada de manera amplia por la comunidad científica y la sociedad en general”, comenta la investigadora. “Hace 100.000 años humanos modernos y neandertales ya enterraban a los suyos, pero nos faltaban evidencias sólidas en el continente africano. Lo que todavía no está claro es el motivo de esa diferencia cronológica entre los enterramientos africanos y euroasiáticos”, reconoce. Podría deberse a diferencias en las prácticas mortuorias, de manera que no han podido identificarse, o la falta de trabajo de campo en gran parte del continente africano.
Panga ya Saidi ha sido un sitio importante para la investigación de los orígenes humanos desde que comenzaron las excavaciones en 2010 por parte de arqueólogos del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana (Alemania) y los Museos Nacionales de Kenia. Los huesos del niño, al que los investigadores han llamado Mtoto (“niño en suajili) se encontraron por primera vez durante las excavaciones en Panga ya Saidi en 2013, pero hasta 2017 no se completaron los trabajos en la pequeña fosa que contenía sus restos. Al ser demasiado delicados para estudiarlos donde fueron hallados, se trasladaron a Nairobi y después al CENIEH para proceder a un análisis especializado.
El trabajo del CENIEH
Por eso, “lideramos un estudio que ha sido publicado en la revista Nature, la más importante en nuestro ámbito y, además, ha sido escogido como portada de ese número”, destaca Martinón-Torres. En este estudio, el CENIEH ha sido responsable de la excavación tanto manual como virtual del bloque de sedimento que contenía los huesos como del estudio del fósil humano. “Abarcó desde la identificación de la especie y la edad del niño, a la reconstrucción forense con la que se ratifica que se trata de un enterramiento. Han participado los laboratorio de Conservación y Restauración, el de Microtomografía, el de Cartografía y Reconstrucción 3D y el Grupo de Antropología Dental”, comenta la directora del CENIEH.
La datación por luminiscencia ubica a Mtoto en un momento preciso: hace 78.300 años. Este método, basado en una propiedad de ciertos minerales que acumulan cargas eléctricas en su estructura, permite fechar el último evento en el que el material haya estado expuesto a la luz solar.
Además, el CENIEH se ocupó de la excavación manual y virtual del bloque de sedimento que contenía los delicados huesos, con la ayuda de técnicas de imagen, así como el análisis de la composición del sedimento o el estudio microscópico de los huesos. Los resultados son coherentes con que el cuerpo del niño “hubiera sido enterrado deliberadamente, muy poco después de su muerte, en un espacio excavado para ello y en una posición cuidada, recostado flexionado, casi como en el lecho”, destaca Martinón-Torres. Asimismo, “el análisis de la secuencia de desarticulación, en este caso mínima y limitada a la articulación del cuello y el hombro, es característica de los enterramientos en los que la parte superior del cuerpo se ha envuelto en un sudario y se ha utilizado algún soporte, tipo almohada, para la cabeza”, destaca la directora del CENIEH.
Por otra parte, también es relevante que los restos humanos fueron encontrados en niveles arqueológicos con herramientas de piedra pertenecientes a la Edad de Piedra Media africana, un tipo distinto de tecnología que se ha argumentado que está vinculado a más de una especie de homínido. Esa asociación demuestra que el Homo sapiens era, sin duda, un fabricante de estos utensilios.
“Las prácticas funerarias son la evidencia de que el ser humano vive en el mundo físico y en el mundo simbólico”, explica a DiCYT la directora del CENIEH, María Martinón-Torres, primera firmante del estudio. Sin embargo, a pesar de que África fue la cuna del ser humano moderno, se sabe muy poco sobre el origen y desarrollo de las prácticas mortuorias en este continente. En cambio, los entierros de neandertales y humanos modernos en Eurasia se remontan a 120.000 años e incluyen adultos y una alta proporción de niños y jóvenes.
“La idea de que ambas especies se relacionaban con los muertos ya es aceptada de manera amplia por la comunidad científica y la sociedad en general”, comenta la investigadora. “Hace 100.000 años humanos modernos y neandertales ya enterraban a los suyos, pero nos faltaban evidencias sólidas en el continente africano. Lo que todavía no está claro es el motivo de esa diferencia cronológica entre los enterramientos africanos y euroasiáticos”, reconoce. Podría deberse a diferencias en las prácticas mortuorias, de manera que no han podido identificarse, o la falta de trabajo de campo en gran parte del continente africano.
Panga ya Saidi ha sido un sitio importante para la investigación de los orígenes humanos desde que comenzaron las excavaciones en 2010 por parte de arqueólogos del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana (Alemania) y los Museos Nacionales de Kenia. Los huesos del niño, al que los investigadores han llamado Mtoto (“niño en suajili) se encontraron por primera vez durante las excavaciones en Panga ya Saidi en 2013, pero hasta 2017 no se completaron los trabajos en la pequeña fosa que contenía sus restos. Al ser demasiado delicados para estudiarlos donde fueron hallados, se trasladaron a Nairobi y después al CENIEH para proceder a un análisis especializado.
El trabajo del CENIEH
Por eso, “lideramos un estudio que ha sido publicado en la revista Nature, la más importante en nuestro ámbito y, además, ha sido escogido como portada de ese número”, destaca Martinón-Torres. En este estudio, el CENIEH ha sido responsable de la excavación tanto manual como virtual del bloque de sedimento que contenía los huesos como del estudio del fósil humano. “Abarcó desde la identificación de la especie y la edad del niño, a la reconstrucción forense con la que se ratifica que se trata de un enterramiento. Han participado los laboratorio de Conservación y Restauración, el de Microtomografía, el de Cartografía y Reconstrucción 3D y el Grupo de Antropología Dental”, comenta la directora del CENIEH.
La datación por luminiscencia ubica a Mtoto en un momento preciso: hace 78.300 años. Este método, basado en una propiedad de ciertos minerales que acumulan cargas eléctricas en su estructura, permite fechar el último evento en el que el material haya estado expuesto a la luz solar.
Además, el CENIEH se ocupó de la excavación manual y virtual del bloque de sedimento que contenía los delicados huesos, con la ayuda de técnicas de imagen, así como el análisis de la composición del sedimento o el estudio microscópico de los huesos. Los resultados son coherentes con que el cuerpo del niño “hubiera sido enterrado deliberadamente, muy poco después de su muerte, en un espacio excavado para ello y en una posición cuidada, recostado flexionado, casi como en el lecho”, destaca Martinón-Torres. Asimismo, “el análisis de la secuencia de desarticulación, en este caso mínima y limitada a la articulación del cuello y el hombro, es característica de los enterramientos en los que la parte superior del cuerpo se ha envuelto en un sudario y se ha utilizado algún soporte, tipo almohada, para la cabeza”, destaca la directora del CENIEH.
Por otra parte, también es relevante que los restos humanos fueron encontrados en niveles arqueológicos con herramientas de piedra pertenecientes a la Edad de Piedra Media africana, un tipo distinto de tecnología que se ha argumentado que está vinculado a más de una especie de homínido. Esa asociación demuestra que el Homo sapiens era, sin duda, un fabricante de estos utensilios.
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ETIQUETAS • Evolución, Paleontología
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